viernes, 22 de junio de 2012

Cambio de chip. Feliz Verbena.

Es lo que tiene el verano. Que puedes estar conversando acerca de lo mal que están las cosas y la gente en general, pero al hacerlo copa de vino blanco en mano en una terraza y bajo la protección gozosa del recién estrenado sol veraniego, … todo queda relativizado.


Que al final resulta que podríamos estar mejor, pero tampoco hay para tanto. Que mal de muchos, consuelo de tontos. Tontos, admitamos, algo felices. Que en definitiva siempre terminamos por salir adelante. Y que… qué bien se está aquí charlando con una amiga.

Que nuestros padres nos pueden decir que en su época las cosas eran más fáciles, y asumir el reto presente y futuro. O al contrario, decirnos que eran incluso más difíciles pero que se conformaban con menos – o será que simplemente tenían menos a alcanzar (léase adquirir; abanico de posibilidades).

Oímos por ahí que si acaso tuviéramos algo de ahorro, que empecemos a pensar en sacarlo del país ante la “amenaza” del retorno de la siempre aún recordada “pela”, alias peseta. Que si acaso, además del dinero, que qué tal pensar en irse un tiempo fuera. Buscarse la vida en el extranjero.  O quizá empezar a tomar decisiones firmes y romper con todo para empezar de nuevo, en un lugar más tranquilo, dónde puedas buscarte la vida de otro modo; más sencilla y alejada del ajetreo de la gran “city”. 

Y quizá una conclusión. Quizá lo que deberíamos realmente plantearnos es tener la capacidad sensata de decidir cuanto de lo que nos rodea, incluidas supuestas obligaciones, sociales, económicas, ideológicas, de tradición, costumbres o de lo que sea,  sinceramente necesitamos.

Quizá de lo que se trata es, huyendo a otro lugar o no, aprender a vivir con menos. Con menos de todo. Cada cual priorizar, relativizar,  renunciar o ceder. Nuevo presupuesto personal o familiar.

Aprender a vivir con menos de todo; dinero. Claro, no seamos ilusos, “tener” puede dar ciertas “comodidades” y hacer las cosas “más fáciles”. Pero ni es el tema, ni son las circunstancias, ni eso nos asegura una sonrisa.

Para esta ocasión, celebraremos la verbena con una “buena – bonita – barata” cena casera, una “coca de Sant Joan” justa para que no sobre, cuatro petardos y un “Benjamín” para brindar por nosotros, estemos dónde estemos, tengamos lo que tengamos. Lo demás, la compañía y la música. Y a vivir! 

2 comentarios:

  1. Genial, Sofía, me encantó. Brindar estemos donde estemos y tengamos lo que tengamos. Un beso enooooorme y buena verbena!!!!

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