lunes, 14 de mayo de 2012

Menos quejarse y más formarse.

Sábado noche y cena de amigos; la omnipresente crisis entra en acción para generar debate una vez más y de paso vislumbrar divergencias.

Termino de leer un par de artículos relacionados con la actitud ante ésta, “La Crisis”, y me quedo con una frase:

"No es bueno trabajar con gente cabreada."
Tiene razón, cabrearse duplica el trabajo.

Cómo no cabrearnos? Llevamos ya cuanto con la dichosa crisis? Primero no sabíamos ni qué significaba; luego creímos que sería pasajero; más tarde que iba para largo y era francamente serio; y así, con el cuento, al menos 4 años que terminan por minar los ánimos de cualquiera y generar un estado de colectiva depresión.

Y de ahí a la evasión. No queremos escuchar ya más noticias al respeto. Deambulamos atónitos esperando un milagro.

Un estudio acerca de los despertares de portugueses y españoles concluye que si bien los primeros ya se han adaptado a sobrellevar la crisis, afrontándola con una mirada objetiva y realista, adoptando conductas pragmáticas y funcionales; los españoles muestran una tendencia al ahorro y reducción en el consumo, pero tienen un comportamiento más evasivo de la realidad, manteniendo rituales hedonistas en las rutinas cotidianas. A lo mejor, pensar que podemos seguir disfrutando igual que antes, nos sirve, pero sólo momentáneamente… “eso” sigue ahí… hasta que lo entendamos y decidamos “ponernos las pilas”. 

Algunos medios y voces se levantan para mostrarnos cierto positivismo, dando ejemplos de éxito, y animando al cambio hacia una actitud positiva. Más aún demasiado tímidos, como para no “molestar” a las masas que sufren hipotecas, paros y demás historias. Su pura y sencilla realidad.

Quizá en lugar de eso, de restregarles ante sus narices cómo “algunos pueden (y tú no)”, sería más conveniente explicar que eso de agarrarse a la silla ya no vale. Que el cambio debería provenir de cada individuo, y en cualquier caso, como parte de la responsabilidad social, deberíamos apostar por la formación. Empezando por las pequeñas cosas… por ejemplo, aprender (o re-aprender) a gestionar la economía doméstica. Quizá. 

Ref.

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